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lunes, 29 de octubre de 2018

El Cerro de las Tijeretas | Isla de San Cristobal.

Piquero de Patas Azules con el León dormido al fondo en Playa Punta Carola.

Después un almuerzo a base de la típica sopa de lentejas de Ecuador y una ración de pollo con tallarines, salí a explorar junto a mis nuevos amigos Claudio y Alejandra, otro de los lugares cercanos a Puerto Baquerizo Moreno, este vez en dirección contraria a la playa de la Lobería, donde se ubica el Centro de Interpretación.
Murales explicativos sobre los pinzones de las Galápagos del Centro de Interpretación.


El Centro de interpretación da acceso a unos empinados caminos de loseta volcánica que ascienden hasta unos miradores con una bonita vista a la bahía del Cerro de las Tijeretas

Las Tijeretas no son sino el nombre local que se les da a una de las aves que más abunda en las Islas Galápagos, las Fragatas, también conocidas como los piratas del aire.

La pequeña colina que se desploma verticalmente sobre la bahía esta llena de nidos de estas aves, y observarlas planear  al atardecer es casi hipnótico.

Allí no hay una playa propiamente dicha, pero se puede hacer un snorquel estupendísimo accediendo al agua directamente desde las rocas.
Bahía del Cerro de las Tijeretas.

Unos días más tarde, regresaría allí solo, para hacer una excursión de más exhaustiva de esa zona de la isla y una de las cosas que pude disfrutar allí, fue nadar entre las iguanas que se sumergían para comer, alguna enorme tortuga y hasta algún lobo marinos se acercó a mi para curiosearme.

Uno de los caminos conduce hasta un mirador donde hay colocado un gran monumento de Darwin, también con unas buenas vistas a la bahía y al fondo se puede divisar el roque conocido como El León Dormido kicker Rock, donde se puede practicar uno de los mejores snorquels y buceos de todas las Galápagos.

La primera vez que acudí hasta ese lugar, en una de las anécdotas dignas de contar de este viaje a las Islas Galápagos, fue que en mi intento de pasar a lado de un león marino que descansaba plácidamente en el camino que conduce al agua, con intención de tomar una fotografía a mis nuevos amigos, casi recibo una mordida del animal al sentirse molesto con mi presencia, y del salto que dí para esquivar la dentellada, empujé con mi mochila sin querer a un menudo un chaval que andaba distraido observando a una iguana y casi lo lanzo al agua.

Otra de las anécdotas de aquel día, es que no se aún que pasó bien con mi teléfono móvil, porque se me bloqueó, y de no haber sido con Claudio, que me prestó el suyo para contactar con Marijose, quien desde casa me solucionó el problema, me podría haber quedado sin comunicación con los mios durante todo el viaje. Así que, gracias Claudio por tu ayuda y gracias Marijose por ser tan eficaz como de costumbre.

Como ya comenté, días más tardes y por motivos que más adelante comentaré en las siguientes entradas, regresé a explorar con más detalle este Cerro de las Tijeretas.

Desde el mirador que se encuentra a más altitud parte un sendero que cruza por encima del pequeño desfiladero donde están anidadas las Fragatas. Observarlas desde allí es simplemente espectacular. Una de las imágenes icónicas de Galápagos.

Hay una bonita caminata de unos pocos kilómetros, descendiendo entre la maleza y las afiladas rocas volcánicas, que finaliza en la Playa Punta Carola, a la que los lugareños también llaman "la Playa del amor", ya que esta rodeada de manglares, donde se rumorea, que acuden furtivamente las parejas de enamorados.

Justo en el final de este sendero, donde termina la Playa Punta Carola, me topé de narices con mi primer ejemplar de Piquero de Patas azules, o Booby Blue Feet como lo conocen los yankees.

Perdí la noción del tiempo tomando fotografías admirado por la belleza de esta ave marina de hermosos colores, que casi parecen coloreados artificialmente en sus patas. Ayudó que el animal, estuviese tan cómodo con mi presencia que me dejó acercarme muchísimo a él. Y es que en estas mágicas islas, los animales no temen en absoluto al hombre al no estar acostumbrados que este sea un depredador como sucede en el resto del planeta. 

Aquella caminata fue de las mejores que recuerdo durante mi paso por las islas Galápagos. Me sentí un auténtico explorador. No me tropecé con un solo ser humano durante toda la jornada.

Únicamente estaba yo, con mi cámara fotográfica en mano, investigando cada rincón de la maleza donde oía el bonito canto de un cucube, mirando detenidamente cada caleta en la que los machos de lobos marinos alertaban a sus congéneres de que aquel era su territorio, sobresaltándome cada vez que una iguana marina delataba su presencia al corretear eléctricamente despaborida ante mi presencia, y sobre todo por el regalo final de aquella caminata: yo y aquel Piquerito de Patas Azules, sentados cara a cara, observándonos mutuamente como si el tiempo se hubiese detenido para nosotros dos.

Me es imposible describir el sentimiento íntimo y la satisfacción que obtuve al estar allí, en una orilla de una isla tan alejada de mi mundo cotidiano, justo al otro lado del planeta donde estoy en el momento de escribir estas palabras.

martes, 23 de octubre de 2018

La Lobería | Isla de San Cristobal.


La idea para el primer día era la de reconocer un poco el terreno e ir preguntando por las agencias locales las cosas que se pueden hacer en la isla, así como averiguar como trasladarme entre las tres principales.

Durante el desayuno entablé conversación con una pareja de argentinos, Claudio y Alejandra, que estaban igual que yo.

Habían llegado a la isla sin nada preparado y sin saber muy bien que cosas son las más aconsejables para visitar. Así que después de charlar un rato, decidimos tomar los tres un taxi y que nos alcanzara hasta la entrada del sendero que conduce conocida playa de La Lobería de la Isla de San Cristóbal.
Macho dominante en la playa de La Lobería.

Un sendero cortito, de poco más de medio kilómetro de longitud, salpicado por las negras iguanas marinas y muchas lagartijas de lava que habitan todas las islas Galápagos, nos condujo hasta una pequeña playa virginal de arenas blancas.

Esta playa de La Lobería, en otras épocas del año es un lugar de encuentro para los amantes del surf, pero en octubre no había ni un alma aparte de nosotros tres y algunos leones marinos.

Dejando atrás la playa, un sinuoso sendero con un paisaje volcánico adornado con bajo matorral, idéntico a como eran las antiguas islas Canarias y que aún es reconocible en la actualidad en muchos de nuestras playas, continúa otro kilómetro más bordeando la accidentada costa hasta un cartel indicativo de que de ahí en adelante está prohibido seguir.

Hay que recordar que cada una de las tres islas Galápagos habitadas, cuentan con un único asentamiento humano, y que en el resto de la isla está prohibida la accesibilidad. Solamente se puede llegar a determinados puntos de costa en barco pero tampoco se puede adentrar en la isla por allí.

Las islas Galápagos son un Parque Nacional protegido de la actividad humana por fuertes medidas restrictivas hacia la especie invasora más destructiva del planeta.

El clima es muy ventoso y hay mucha maresía por lo que el lugar es idóneo no solo para las iguanas, sino también para las grandes aves planeadoras de las islas como fragatas o gaviotas. 

Entre las caletas de la orilla descubrimos a una tardía leona marina con su cachorro de poco más de un día de vida.

Este lugar recibe el nombre que tiene porque es el lugar donde las madres alumbran y dejan a sus cachorros el tiempo necesario para que crezcan y se desarrollen hasta que puedan salir a nadar junto con los adultos.
Fin del sendero del acantilado de La Lobería.

domingo, 14 de octubre de 2018

Puerto Baquerizo Moreno | Isla de San Cristóbal


Después de una cansada y aburrida espera, recordemos que llegué al aeropuerto de Guayaquil a las 4:40 de la mañana, a las 11:10 a.m.  despegó mi vuelo de la compañía Avianca en dirección a la isla de San Cristóbal. 

Sin saberlo, el billete que había conseguido, y muy bien de precio, era en clase ejecutiva, por lo que ese paseo fue de lo más cómodo.

Aterrizamos en San Cristóbal a las 12:40 del medio día y después de recoger la mochila, salí del aeropuerto caminando por la única carretera que ví. Ya sabía que Puerto Baquerizo Moreno, la única población de la isla estaba cerca, y que en unos diez o quince minutos llegaría a pié.
Vistas desde mi habitación del Hotel Algarrobo.
En prácticamente las primeras calles que me tropecé, vi el Hotel Algarrobo, en el que entré y no busqué más. Me alojé allí durante toda mi estancia en la isla, por unos 25 dólares la noche de media.
Vistas desde el Malecón.
 Este pequeño hotelito proporciona un alojamiento básico, con habitaciones amplias equipadas con baño, televisor, aire acondicionado y wifi. El personal es amabilísimo y la comida del desayuno es buena, por lo que no pude comenzar con mejor pie.

Después de descansar un poco y sacar las cosas de la mochila, salí a la calle a inspeccionar un poco y me encontré conque todo es tan pequeño allí, que sólo dos calles más abajo esta el malecón, donde se desarrolla toda la actividad del pueblo.

El malecón es sorprendente. Realmente no te esperas que en la propia playita del pueblo se concentren tantos leones marinos, iguanas marinas, zapayas, enormes fragatas planeando por encima de tu cabeza...es alucinante.

Pero lo más sorprendente para alguien que llega allí por primera vez, y te provoca un sentimiento de no querer sentirte estúpido, es la absoluta normalidad y apatía con la que los lugareños contemplan esa bellísima estampa.

Como estaba realmente agotado del largo viaje, no me volví muy loco, me compré unas cuantas chucherías en una venta, de las que aquí teníamos cuando éramos niños, y me fui a descansar para estar en forma para el siguiente día.

Como los tres núcleos poblacionales de las Islas Galápagos, Puerto Baquerizo Moreno, está experimentando un fuerte boom turístico. A pesar de esto, incluso su gente, aún conserva su ambiente de pueblo pesquero.

En el malecón se aglutinan diferentes empresas familiares que ofrecen los variados tours, tanto de surf, como pesca vivencial, snorquel, buceo incluso los traslados diarios a la isla de Santa Cruz.

Todos ofrecen lo mismo, en los mismos grupos y al mismo precio, eso no implica que puedan hacer alguna pequeña rebaja si la pides, pero eso va en detrimento claramente de la pequeña comisión que se llevan estos pequeños negocios locales.